jueves, 21 de enero de 2021

San Silvestre Burguillano Virtual

Correr el último día del año en Burguillos del Cerro es mucho más que el simple hecho físico de correr. Es ver a gente con la que solo coincides a lo largo del año en ese mágico momento, es sentir que cumples con una tradición de muchos años, es movilizar a toda la familia que se desplaza para llevarte en volandas con los aplausos y los ánimos desde las aceras, es disfrutar de una organización perfecta que cada año hacen posible los voluntarios y es saber que el año toca a su fin y que no hay mejor forma de acabarlo que correr aquí resguardados por su impresionante castillo. Desde 1999 son pocas las citas que me he perdido en Burguillos. Contra viento y marea (algún año me ha tocado venir solo, lloviendo a mares, para correr y vuelta a casa empapado). 

Pero en este extraño 2020, como no podía ser de otra manera, no se podía correr en el pueblo por las restricciones del Covid-19. La dichosa pandemia nos robaba hasta la última ilusión del año.

Aún así, y una vez más, la fantástica organización de la carrera agitaba su chistera y se inventaba el San Silvestre Burguillano Virtual. Y, por supuesto, no podíamos fallar ni faltar a la cita del último día del año con esta prueba.

Aunque en esta ocasión cambiábamos las calles empedradas y empinadas de Burguillos por la más placentera vuelta a la Estanca de Alcañiz. Caminos de tierra rodeados de pinos, el embalse a nuestra izquierda y un día soleado y con temperatura más que agradable. Y, por supuesto, la compañía de Javier, Juan y Berta que me acompañaban en esta carrera que me permitía unir mis dos mundos, el extremeño de nacimiento y el bajoaragonés de adopción.



Poco importaban en esta ocasión los ritmos, tiempos y clasificación. Podíamos olvidarnos del implacable reloj dejando caer sus segundos uno tras otro. Solo había que concentrarse en aguantar los 8 kilómetros propuestos para la carrera y disfrutar de correr, del magnífico día y de la compañía. María se encargó del reportaje fotográfico y de repartir ánimos para todos.


Y como fin de fiesta deportiva una buena cerveza en el camping de la Estanca (con algo para picar) y charlar sobre los futuros planes de carreras, esperando, eso si, que sean con un dorsal en el pecho, público jaleando, corredores abriéndose paso y el implacable reloj marcando que vamos más despacio de lo planeado. ¡Que así sea!